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miércoles, 18 de mayo de 2011

Crónicas de UimPi - Cinco - Los Cobardes

Los Cobardes


La situación era complicada. Si puede describirse así a la dura faena del combate aéreo. En la radio podía oír a su compañero que le gritaba por sobre el ruido de las turbohélices de los motores la posición del enemigo, la distancia, su velocidad y le arengaba para que no se rindiera.

Gutierrez tiró de la palanca, acelero y pisó uno de los pedales a fondo. Esa era una maniobra de manual que había ensayado cientos de veces. La nave, forzada al extremo, hizo un giro cerrado a pocos metros de la copa de los árboles y se puso a tiro del aparato enemigo que disparaba sobre ellos. Abrió fuego. Dos ráfagas cortas impactaron certeras en el combatiente alienigena que se prendió fuego y se precipitó al suelo. Victoria.

Dentro de la carlinga era todo emoción. No hay otro combatiente enemigo en el radar – dijo su copiloto – Vamos a casa – agregó -. Por un segundo no hubo guerra, no hubo tristeza. Era como si esas dos ráfagas de la ametralladora de su viejo Pucará no solamente hubieran borrado del cielo a su enemigo, sino también la culpa y el deshonor.

Ahora quizás podrían volver a casa.


Cuando se levantó esa mañana Gutierrez se arregló como de costumbre, se lavó los dientes y caminó sin mucha prisa hasta el comedor para reunirse con sus compañeros. Gutierrez, su copiloto, le había reservado una silla como siempre pero ciertamente, como usualmente pasaba, no lo había esperado para empezar a comer.

La unidad de Gutierrez era una de las pocas que quedaba todavía en operación. Desde el inicio de la campaña el número de sillas vacías no hacía otra cosa sino crecer día con día. Pensar que hasta el miércoles pasado frente a Gutierrez todavía estaba sentado Gonzales contando esos chistes malos que no le causaban gracia a nadie, y a su lado, quien otro sino "el polaco" Buttowski, el único hombre en la tierra capaz de soportarlo. Era sorprendente pero tenía esa habilidad prácticamente sobre humana de sacar de quicio a cualquier ser viviente que lo rodeara porque nunca se callaba, siempre tenía algo para decir, siempre un bocadillo, un consejo o una anécdota. Pero esa tarde de miércoles algo lo interrumpió; primero fue solamente estática en la radio, pero luego, al mirar al horizonte, una bola de fuego se precipitaba al suelo. Nunca se enteraron que fue realmente lo que los golpeo. Quizás eso era mejor que saber que uno estaba a punto de morir. Quien sabe.

Muchos se fueron en circunstancias similares: Flores, Funes, Rosales, Fregona ... todos murieron en la misma misión a manos de un único combatiente enemigo. Ellos si sabían que iban a morir. Las voces en la radio se escuchaban desesperadas mientras el caza enemigo se abría paso entre los disparos como quien camino apurado entre la multitud cuando está retrasado. Uno a uno cayeron. Uno a uno los escuchamos morir.

Cada día el comedor era el recordatorio de que una maniobra mal hecha, un segundo de distracción y nos convertiríamos en una silla vacía mas o terminaríamos como Laura, "la princesa", llorando con los ojos secos la perdida de un amigo que no pudo escapar a tiempo de las llamas.

La vida en la unidad 3410 no era sencilla pero pocas posibilidades había de que mejorara en el corto plazo así que todo el mundo procuraba salir a adelante.

Esa tarde el Coronel Zaninotto nos explicó la misión: infiltrar territorio enemigo sobre lo que quedaba de la ciudad y bombardear un puesto de vigilancia que era considerado de importancia estratégica para controlar el Paraná. Pronto estuvimos en el aire. Cortos de combustibles como estábamos no había posibilidades para una segunda oportunidad. Cuando estuvimos cerca del objetivo, soltamos los tanques auxiliares y nos pegamos al piso para pasar desapercibidos pero de poco sirvió.

Cuando emergimos frente al blanco media docena de deslizadores se lanzaron al combate. La pelea parecía pareja, al menos en los números: un enemigo para cada quien.

Cada uno seleccionó un objetivo y comenzó el combate que no pasó mucho antes que se confirmara que era desigual. Los primeros en caer fueron Galarza y "el loco" Ramirez; su vieja maquina los terminó por traicionar y a penas pudieron escapar a tiempo antes que el enemigo diera caza a su nave averiada. Ese motor averiado, ese motor que habíamos emparchado mil veces, nos terminó por complicar la vida a todos.

Antes que pudiera percatarse de lo sucedido a sus compañeros Gutierrez y Gutierrez ya estaban escapando de dos deslizadores que los acosaban. Mientras procuraban poner distancia entre ellos y una muerte casi segura los gritos desesperados de sus compañeros se apagaban en la radio uno a uno. Lo último que se le escuchó decir a alguno vino de la boca de Sosa: "den la vuelta cagones que estamos los dos solos con cuatro en la cola". Luego de eso solo el sonido de los motores podía escuchar por encima de los disparos.

Se fueron todos - pensó Gutierrez como si estuviera entregando la nave al viento presa de la desesperación -. Pero Gutierrez frenó y las naves enemigas lo sobrepasaron. Rápido de manos como era localizó una con un misil y disparó. "La hizo teta", hubiera dicho Gonzales si lo hubiera visto.

Una menos - le dijo a su copiloto sonriendo -. Faltan cinco más muchachos.

Enlaces interesantes:
  • Grupo de Cuentos Cortos - Eventos - Crónicas de UimPi [http://uimpi.net/groups/view/192/events/]
Fuente: Relato de mi autoría.



Saludos.
:D

lunes, 14 de marzo de 2011

Crónicas de UimPi - Tres - Mi Padre

En el marco de un evento que se está realizando el grupo de Cuentos Cortos les traigo una historia llamada: Mi Padre. Espero sea de su agrado y los motive a participar del evento.

Nota del Autor: para más información sobre el evento y el mecanismo del mismo dirigirse al grupo de Cuentos Cortos.
Consultas: para consultas dirigirse a eseval o elcondor1982.

Mi Padre

Mi padre era un gran hombre. Muchos nunca llegaron a comprendelo y menos llegaron a quererlo como lo hicimos nosotros. Supongo que así es como deben ser las cosas después de todo.

Cuando perdimos contacto con el mundo nos reunió a prisa en la sala y nos explicó con voz calmada y frases bien escogidas lo que pasaría. Iríamos a la madriguera hasta que todo se solucionara, ahí teníamos todo lo que necesitábamos para vivir por un buen tiempo, y así lo hicimos. Uno a uno tomamos nuestras cosas que hacía teníamos listas y nos adentramos en la madriguera. Sellamos la entrada y nos dispusimos a esperar que las cosas terminaran pero, cuando finalmente lo hicieron, el panorama no se presentaba favorable para nosotros. Habíamos sido derrotados.

Poco a poco los invasores comenzaron a instalarse y con el paso del tiempo relajaron la guardia. ¿Que tanto podían importarle un puñado de supervivientes desarmados? Pronto extrañas criaturas comenzaron a convivir con las ahora exóticas criaturas terrestres. Nuestro refugio estaba en medio de una ruinosa área de pastoreo. Esa era la señal para salir.

Nunca supe que le hicieron a la tierra pero en poco tiempo teníamos un bosque plagado de vida a menos de cien metros donde antes solamente había casas. El terreno perfecto para cazar por las noches con papa. Obviamente no éramos los únicos con esas intenciones pero nuestros arcos eran superiores a las lanzas y cuchillos de nuestros vecinos y mucho más silenciosos que las armas de fuego.

Mi padre tenía la costumbre de dejar parte de nuestra caza colgando de un árbol a resguardo de los depredadores. Me tomó mucho tiempo entender que era su manera de compartir con los demás que no habían tenido suerte.

La última vez que vi a mi padre fue en una noche de cacería. Mama y mi hermana estaban en el refugio haciendo quien sabe que mientras nosotros estábamos siguiendo a una criatura que parecía ser un siervo pero que tenía gusto que nos hacía recordar al del pollo. De pronto el zumbido de una de las patrullas invasoras surcó el cielo sobre nuestras cabezas seguido del inconfundible sonido de uno de nuestros viejos cazas. La refriega fue terrible y en contra de todos los pronósticos el piloto invasor se precipitaba al suelo del bosque en una bola de fuego.

El aparato ardía en llamas mientras lo mirábamos estupefactos. Entonces papa vio que en su interior alguien luchaba por zafarse de las ataduras que lo apresaban. Me hizo una seña para que me mantuviera oculto y yo lo obedecí. Se adentró en el bosque y como si lo hubiera estado ensayando durante toda su vida liberó al piloto de las llamas. Apenas habían logrado ponerse a cubierto cuando el caza invasor explotó y los lanzó a ambos al piso cubriéndolos de cenizas y hojas muertas.

Yo estaba aún oculto cuando mi padre ayudó al hombre de las estrellas a ponerse de pie. Se estrecharon las manos como hermanos y desaparecieron en medio de un resplandor cegador.

Mi padre era un gran hombre.

Enlaces interesantes:
  • Grupo de Cuentos Cortos - Eventos - Crónicas de UimPi [http://uimpi.net/groups/view/192/events/]
  • Arte del post [http://senelyesilot.deviantart.com/]
Fuente: Relato de mi autoría.



Saludos.
:D

viernes, 4 de marzo de 2011

Crónicas de UimPi - Uno - El Soldado

En el marco de un evento que se está realizando el grupo de Cuentos Cortos tengo el honor, y la gran responsabilidad, de dar el puntapié inicial al traerles esta pequeña historia llamada: El Soldado. Espero sea de su agrado y los motive a participar del evento.

Nota del Autor: para más información sobre el evento y el mecanismo del mismo dirigirse al grupo de Cuentos Cortos.
Consultas: para consultas dirigirse a eseval o elcondor1982.

El Soldado

Todos estaban reunidos en la bahía de desembarco. El equipo estaba listo y las primeras acciones de cara a la invasión ya se habían puesto en marcha. Su capitán como muchos otros impartía ordenes que todos escuchaban atentamente. El estaba nervioso, como nunca lo había estado, pero al igual que los demás se esforzaba por controlar los deseos de soltar todo y salir corriendo de ahí.

¿Que sabía el del enemigo después de todo? Solamente lo que había aprendido de ellos en la escuela y lo que sus superiores le habían contado (prácticamente nada) ¿Que sabía de ellos? Si algo sabía era que no estaban al tanto, siquiera imaginaban, que en menos de una hora el horror se desataría sobre ellos en una escala nunca antes vista y que, si todo salía como estaba planeado, no haría falta una segunda operación para obtener el objetivo. Sabía que se defenderían ... y también sabía que ese esfuerzo sería en vano.

Todo parecía tan sencillo en el tablero de operaciones. Las vidas solamente eran números de los que el y sus compañeros deberían encargarse. Solamente números en una pizarra. Eran eso y nada más.

Una alarma se escuchó en la bahía de carga, era hora de partir. Los líderes de escuadrón subieron a sus vehículos y dirigieron las tropas hacía el área de desembarco. Guardó en uno de sus bolsillos la foto de su familia y se ajustó el uniforme.

Cuando fue su turno de salir no pudo evitar pensar que esta no era la forma en la que había soñado que sería su primera visita a la Tierra.

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Fuente: Relato de mi autoría.



Saludos.
:D