lunes, 25 de abril de 2011

Cuento Corto - Buenas intenciones

Buenas inteciones

Se miraron un instante como buscando el valor que les faltaba en el otro y se dirigieron lentamente a la puerta tomados de la mano. El mecanismo de cierre se activó ruidosamente y poco a poco el aire del exterior comenzó a colarse por debajo de la puerta. Ambos estaban al tanto que quizás ya estaban condenados pues junto con ese aire otoñal podían estar entrando, imperceptibles, sus diminutos verdugos.


¿Como habíamos llegado hasta este punto?
¿Por qué?


Si alguien llega a leer este mensaje sepa que todo comenzó cuando Ewlet Corporation desarrolló las primeras nanomáquinas totalmente funcionales de la historia. Este hecho por si mismo presuponía el mayor logro de la humanidad desde la manipulación genética o incluso la rueda. Estas microscópicas criaturas podían programarse para hacer prácticamente cualquier cosa: reciclar basura, generar materiales totalmente nuevos, comer metal, reparar tejido humano y mucho más.

Pronto las nanomáquinas llegaron al sector privado. Obviamente que su compra y su venta estaban sujetas a férreas regulaciones, controles y licencias. Se crearon leyes y se labraron contratos pero, al final del día, el que controlaba que hacían las nanomáquinas que había adquirido era quien las programaba y nadie más. Antes que el mundo pudiera digerir la noticia comenzaron a aparecer avisos en donde se solicitaban programadores con conocimientos en nanomáquinas y su entorno.

La Caja de Pandora había sido abierta y ya no había vuelta atrás. En un intento vano por controlar el estado de alerta de la población sobre el asunto nanites, el CEO de Ewlet Corporation hizo de público conocimiento la existencia de un código de anulación oculto en la programación que inutilizaba los nanites volviéndolas totalmente inofensivas.

Recuerdo que estaba ahí cuando hizo el anuncio. ¿Volverlas totalmente inofensivas? ¿Eso implicaba que podían utilizarse para dañar a otros y esa era el porqué del código de anulación? Pensé para mis adentros. Obviamente que no fui el único en hacerse esa pregunta. Los pedidos de explicaciones y las auditorias comenzaron a asediar a Ewlet Corporation. Fue en medio de esa tormenta que los primeros infectados comenzaron a aparecer.

Los síntomas eran diversos pero el desenlace era siempre fatal. Los especialistas estaban perplejos, no era un virus, tampoco una infección bacteriana, los cuerpos simplemente colapsaban. Hubo que esperar hasta que un simple médico particular diera la primera señal de alarma: la gente estaba muriendo a causa de una total ausencia de vida microbiana en sus cuerpos. O al menos eso era lo que todos los decesos tenían en común.

¿Qué o quienes estaban detrás de esta misteriosa condición? Pues obviamente la vida microbiana estaba siendo eliminada utilizando nanites, como los estudios correspondientes confirmaron, pero lo que aún era un misterio era ... ¿conque fin?

En pocos días la "infección" se abrió paso y las primeras áreas de cuarentena aparecieron, pero estas resultaron poco efectivas. Ciudades enteras pronto quedaron aisladas del resto del mundo pero al final todo fue en vano.

Mientras tanto, en algún lugar cerca de Turín, Alfonso Jacometti, hijo de Don Pietro y Carmela Jacometti se quitaba la vida con un disparo en la cabeza en el sótano de su casa. Arriba, en la sala, sus padres yacían sin vida victimas de su propio hijo.

¿Quien era Alfonso? Pues no era otro que el responsable de la crisis que ponía en vilo a todo hombre, mujer y niño del planeta. Él, siendo solamente un programador común y corriente de nanites que trabajaba como muchos otros de manera freelance, las había reprogramado con consecuencias nefastas para el resto del mundo. Pero ... ¿por qué?

Antes de quitarse la vida, y a modo de disculpa y última voluntad, Alfonso envió a los medios un video donde hizo público su mensaje y que contestó muchas preguntas. En el video se podía ver a Alfonso, obviamente infectado, pidiendo disculpas a todos los afectados por sus actos y brindando algunos consejos para protegerse de la infección. En el video explicaba que sus intenciones eran nobles, que solamente quería ayudar a la humanidad curando todas las enfermedades. El explicaba, con forzada elocuencia, que las compañías farmacéuticas solamente perseguían el hacerse ricas y que la salud de las personas hacía mucho que había dejado de ser una prioridad. Esa era la razón por la cual, en lugar de curar enfermedades, preferían sacar a la venta un fármaco que volviera la afección crónica para así garantizar un flujo inagotable de dinero entrando en sus arcas.

Fue en un viaje a la farmacia que había tenido la epifanía: tenía el conocimiento y el equipo para crear un ejercito de soldados invisibles que recorrieran la tierra eliminando cada foco infeccioso y peste que pudieran encontrar y lo haría. Por desgracia, sus buenas intenciones superaban ampliamente sus conocimientos en programación de nanomáquinas y microbiología. Así fue que quien pretendía curar todas las enfermedades terminó por crear la peor de todas: una máquina incansable que privaba al cuerpo de los componentes indispensables para la vida, los microorganismos.

- Sebastián - le dijo ella -. Ya no tenemos nada de comer. ¿Que vamos a hacer?
- Supongo que tendremos que salir a comer afuera. ¿No?

Las buenas intenciones son admirables pero lamentablemente no son suficientes.

Fuente: Relato de mi autoría.



Saludos.
:D

martes, 12 de abril de 2011

Cuento Corto - El Arreglito

El Arreglito


Y el teléfono sonó como temía. Era un mensaje agorero portador de malas noticias. Leerlo le tomó solamente un instante. No era extenso.

“El auto no va a estar listo cuando te dije.
Se me complicó el radiador”.

Tan impersonal era, tan carente de sustento, autocrítica, de humildad que solamente admitía una respuesta. Una respuesta que no se hizo esperar y fue tecleada con crudeza. Dos palabras: “paso después”. Los dedos se movieron a prisa y el mensaje salió raudo a su destino.

¿Habrá llegado realmente el mensaje? ¿El receptor habrá interpretado correctamente su significado? ¿Estaría preparado para lo que vendría?

Se anunció en el taller con dos golpes en el portón y saludó amablemente. Escuchó atentamente lo que el mecánico tenía para decir en silencio, con detenimiento y asintiendo a cada pregunta formulada. El motor estaba encendido pero el conductor no estaba ahí.

Entonces le hizo una zancadilla y lo empujó con violencia sobre el banco de trabajo. Golpeó sus piernas dos veces con una llave que tenía a mano sin mediar palabra. Ciertamente había llegado a su límite.

- El auto va a estar - se escuchó entre quejidos -. Disculpá, disculpá - agregó.
- Buenísimo – dijo colocando la llave en el piso -. Entonces mandame un mensaje cuando lo tengas.

Se dirigió a la puerta como si nada hubiera pasado y saludó atentamente.
Hay veces que no está de más recordarle a las personas que las promesas deben cumplirse.


Fuente: Relato de mi autoría.



Saludos.
:D