Desde que llegó a casa en sus brazos todo fue diferente. Con su fulgor alegró las mañanas y los mantuvo en vela en las noches. Incluso, cuando los ánimos no eran buenos, les arrancó una sonrisa. Como no quedar pasmados ahora al verlo frío y sin vida. ¿Cómo no hacerlo? Pero si anoche, cuando fueron a la cama, estaba bien. Era imposible creerlo, una suerte de sorpresa mezclada con desesperación. No tenía siquiera un año y ahora desesperados intentaban reanimarlo sin éxito. Se abrazaron en busca de consuelo. Estaba muerto ...
Habría que comprar otro televisor.
Fuente: Relato de mi autoría.
Saludos.
:D
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